La Otra Catedral de Monterrey
Por Iván Flores Dávalos
14 de Octubre 2025
Las ciudades están en constante transformación, modificando su traza urbana y sus edificaciones a lo largo del tiempo. En Monterrey, el desarrollo moderno convive con vestigios históricos poco documentados que revelan fragmentos de un pasado incompleto. Uno de ellos es la Antigua Nueva Catedral, un ambicioso proyecto iniciado en 1789 que buscaba redefinir el trazo urbano y la identidad religiosa de la ciudad, pero que nunca se concluyó.
Esta investigación analiza dicho proyecto inconcluso, explorando su significado histórico y urbano, su magnitud y las causas que impidieron su culminación. Además, se examina cómo su ausencia y el destino posterior del terreno influyeron en la configuración actual del centro de Monterrey, donde aún permanecen rastros silenciosos de esa aspiración monumental.

El Obispado de Linares
La fundación del Obispado de Linares respondió a la necesidad de una administración eclesiástica más cercana en el noreste de la Nueva España. La bula Relata Semper, emitida por el papa Pío VI en 1777, formalizó su creación a petición de la corona española, esta nueva diócesis abarcaba un vasto territorio que incluía el Nuevo Reino de León, Coahuila, Texas, el Nuevo Santander y parte de Zacatecas. Su objetivo principal era mejorar la atención pastoral y administrativa en regiones alejadas de Guadalajara, cuya distancia dificultaba el control del clero y de los fieles.
Aunque el obispado fue ubicado inicialmente en Linares, la sede fue después trasladada a Monterrey bajo el cargo del fray Rafael José Verger, quien se convirtió en el primer obispo en funciones en 1782 tras la muerte del fray Juan Antonio de Jesús Sacedón antes de asumir el cargo. Monterrey fue elegida por su ubicación estratégica, mejor infraestructura y vínculos con los principales centros poblados y su llegada impulsó transformaciones significativas en Monterrey, consolidándola como un centro urbano y religioso relevante dentro del noreste novohispano.
La Nueva Catedral
El establecimiento del obispado generó proyectos que buscaba modificar la estructura urbana y simbólica de Monterrey. Entre ellos destacó la propuesta de construir una Nueva Catedral en el sector norponiente, que sustituiría a la antigua y actual, este templo representaba no solo un espacio litúrgico más funcional, sino también un símbolo del crecimiento, modernización y prestigio de la ciudad. Según Enrique Tovar Esquivel, el obispo Verger, junto con el gobernador Manuel Bahamonde, buscaba poblar esa zona extramuros mediante la edificación del nuevo recinto, integrando así el desarrollo urbano con la expansión eclesiástica.
Sin embargo, el proyecto se detuvo tras la muerte del obispo Verger en julio de 1790, dejando a la diócesis sin liderazgo ni recursos para continuar las obras. No fue hasta diciembre de 1792, con el nombramiento del nuevo obispo Andrés Ambrosio de Llanos y Valdés, que se reanudó el proceso, su llegada permitió revisar y adaptar los planes de su antecesor, reactivando así la vida institucional y la visión de consolidar a Monterrey como el centro espiritual del noreste novohispano.
En 1793, Llanos y Valdés presentó una solicitud formal ante el Ayuntamiento de Monterrey para obtener un terreno amplio al norte de la ciudad, adecuado para edificar la catedral, un seminario, el palacio episcopal y oficinas del obispado. Argumentó que el sitio, al ser propiedad de los ejidos de la ciudad, sería idóneo para levantar las edificaciones religiosas y administrativas. La solicitud fue aprobada por el gobernador Manuel Bahamonde y Villamil, quien comprendió la relevancia espiritual y estratégica de la obra.
El Ayuntamiento concedió el terreno solicitado y autorizó la construcción de la nueva catedral, junto con las dependencias eclesiásticas. El terreno elegido reunía condiciones favorables para la edificación, como el acceso directo a fuentes de agua, un factor esencial para el mantenimiento del complejo religioso. Además, ofrecía suficiente espacio para futuras ampliaciones, mostrando una visión planificada y de desarrollo a largo plazo.
La Nueva Ciudad de Monterrey
Así la construcción de la Nueva Catedral se convirtió en el eje de un ambicioso proyecto de transformación urbana, a su alrededor, se trazó la planificación de una “Nueva Ciudad” al norponiente del asentamiento original. Este nuevo núcleo poblacional no fue un efecto secundario, sino una consecuencia prevista de la edificación catedralicia, que serviría como centro articulador del desarrollo urbano y religioso. La intención era reorganizar el espacio urbano y crear una zona moderna y funcional en torno al templo.
Según el historiador Enrique Tovar Esquivel, el plan episcopal implicaba fundar una nueva ciudad en torno a la catedral, cuyo diseño definiría el trazado urbano. Las autoridades coincidían en la necesidad de extender Monterrey hacia el norponiente, aprovechando la oportunidad para mejorar el orden arquitectónico y las condiciones climáticas de la población. La construcción religiosa marcaría el inicio de un proceso de modernización integral, tanto urbano como espiritual.
La propuesta preveía ubicar la catedral en un terreno elevado, entre la divisoria de aguas y la colina donde se ubicaría el Palacio Episcopal, para otorgarle mayor prominencia y mejores condiciones ambientales, pero la expansión no significaba abandonar el asentamiento ya existente, sino se buscaba integrar ambas ciudades con el tiempo, formando una sola ciudad capital moderna y representativa dentro de los dominios de la monarquía.
El diseño urbanístico fue encargado al francés Juan Bautista Crouset, quien también participó en la construcción del hospital real y el convento de monjas religiosas capuchinas. La catedral neoclásica, cuyos cimientos se establecieron en 1794, ocuparía el centro de la nueva ciudad, se planteaba que el largo que ocuparía el edificio catedralicio fuese de 83.5 m, su ancho sería de 38.41 m y su altura 37.57 m (todo esto a partir de medidas con el sistema de varas castellanas) y su fachada principal orientada al sur, convirtiéndose en el principal referente visual de Monterrey.
Las manzanas de la Nueva Ciudad se delimitaron entre las actuales calles Colón, Washington, Zuazua y Pino Suárez, conectándose con el núcleo antiguo mediante el camino al valle de las Salinas, hoy calle Benito Juárez, conectando así las dos ciudades.
El Fin del Proyecto
Sin embargo, el ambicioso proyecto de construir una nueva catedral al norte de Monterrey enfrentó serios obstáculos que impidieron su culminación. El obispo Andrés Llanos y Valdés, principal impulsor de la obra y de la expansión urbana en esa zona, contaba con gran influencia tanto en el ámbito religioso como en el civil, pero su visión chocó con la del gobernador Simón de Herrera y Leyva, quien asumió el cargo en 1795 y criticó el proyecto por falta de planeación y orden administrativo. Esta diferencia de criterios generó una fuerte tensión entre las autoridades eclesiásticas y civiles, dificultando el avance de la construcción.
Las disputas llegaron a su punto crítico en 1797, cuando el obispo, cansado de las trabas y la falta de apoyo, amenazó con trasladar la sede del obispado a Saltillo. En medio de este conflicto, Llanos y Valdés decidió suspender temporalmente las obras, retirando incluso los andamios instalados. Aunque la pausa se pensó provisional, la catedral nunca volvió a construirse y con el paso del tiempo quedó abandonada, marcando el fracaso de uno de los proyectos más ambiciosos de la época.
Su Legado
Pese a quedar inconclusa, la estructura de la catedral adquirió un nuevo papel durante la Invasión Norteamericana de 1846. En ese contexto, las ruinas fueron adaptadas como un bastión defensivo conocido como el Fortín de la Ciudadela.
Desde allí, las fuerzas mexicanas resistieron el avance de los estadounidenses durante la famosa batalla acontecida en Monterrey, convirtiendo el antiguo templo en un punto estratégico clave. El fortín nunca cayo hasta la capitulación final de la ciudad.
Con el crecimiento urbano de Monterrey, el sitio fue transformado, aunque aún se conservan vestigios. Actualmente, sobre el sitio en el que se instaló dichosa catedral, alberga la Biblioteca Ciudadela Felipe Guerra Castro desde 1939. Esta adaptación no solo preserva parte de la estructura original, sino que mantiene viva la memoria de los distintos momentos que marcaron su historia, reflejando la evolución arquitectónica, social y simbólica de la ciudad.
Archivos Consultados
Archivo General de Nuevo León, Sobre la fundación del Convento de Capuchinas, por el obispo Andrés Ambrosio de Llanos t Valdés, Asuntos Eclesiásticos, 2/77, 1793.
Archivo Histórico Municipal de Monterrey, Testimonio de las diligencias practicadas por el Gobernador del Nuevo Reino de León sobre el paraje donde se podra poner la Capital de este Obispado, Civil, Vol. 147, Exp. 12, 1791, 17 f 54.
Fuetes Bibliográficas
Tovar Esquivel, E. (2022). Mapas y Planos. El territorio de lo ideal. Actas Revista De Historia De La Universidad Autónoma De Nuevo Léon, (7). Recuperado a partir de https://actas.uanl.mx/index.php/revista/article/view/25
Cavazos Garza, I., & Ortega Ridaura, I. (2023). Nuevo León Historia Breve. Monterrey, NL. Fondo Editorial Nuevo León.
Espinosa Benavides, L. (2019). Las plazas de Monterrey. Plaza de Colegio Civil. El Regio. https://elregio.com/Noticia/8ced1876-cb99-403e-8c00-8547dbf483ae
Arquidiócesis de Monterrey | Historia. (s.f.). Arquidiócesis de Monterrey.