José Manuel y la Inquisición: Cuando pensar diferente era un crimen

Luis Gerardo Mendoza Valencia

Escenas de los diferentes tormentos aplicados por la inquisición: agua, fuego, potro y estajada

De Bernard Picart

Un sistema dónde la fe es la ley

En la Nueva España en el siglo XVII, tener un pensamiento diferente podría costarte tu libertad. No hacía falta alzarse en armas ni encabezar rebeliones, solo bastaba con dudar en voz alta, para ponerte en el punto de mira del santo oficio. Eso fue lo que le pasó José Manuel Farfán de los Godos, un joven de 25 años que desafío a la iglesia y sufrió las consecuencias de ello. La Inquisición no fue solo un tribunal religioso, sino fue también un mecanismo de poder profundamente arraigado en la estructura política de la Nueva España. Desde su instalación oficial en el territorio americano en 1571, bajo el mando del primer inquisidor Pedro Moya de Contreras, el Tribunal del Santo Oficio de la Inquisición se encargó de vigilar creencias, castigar conductas “heréticas” y moldear la vida cotidiana de los habitantes del virreinato. 

La Iglesia católica no solo dictaba la religión, sino también establecía que era lo moralmente aceptable, definía lo permitido y lo prohibido, censuraban libros y castigaba los comportamientos considerados “inapropiados”. La Iglesia católica no solo ejercía su poder mediante la fuerza, sino que también lo hacía de manera sutil y constante, pues como señala Michel Foucault el poder no siempre se impone con violencia, sino que opera de forma invisible, moldeando conciencias a través de mecanismos de vigilancia y disciplina.

El caso de José Manuel Farfán de los Godos

 

José Manuel tenía 25 años, vivía en la Ciudad de México y había sido educado a través de la moral inculcada por la educación de la iglesia católica que no solo dictaba en que creer, sino también como vivir, hablar, pensar y actual. Una denuncia anónima de uno de sus vecinos de su comunidad lo acusó de “ haber abandonado la fe cristiana y lanzar ofensas contra la Iglesia católica, apostólica y romana”.

En solo cuestión de días lo habían arrestado, interrogado por las autoridades y presionado hasta confesar. José Manuel fue obligado a escribir su propia confesión en la que reconocía haber cometido los "pecados" de abandonar la religión Católica y mencionar cosas negativas sobre ella, además de prometer volver bajó los brazos de la iglesia y no volver a desviarse de ella. Pero eso no fue todo como parte de su castigo tuvo que jurar que denunciaría a cualquiera otra persona que viera que se alejaba de las enseñanzas de la iglesia Católica.

Finalmente fue enviado a un convento, no como castigo físico severo, sino como forma de reeducación. Este detalle es importante porque muestra cómo la Inquisición no solo buscaba castigar, también quería transformar al acusado en parte del sistema de vigilancia. Al hacerlo confesar y obligarlo a vigilar a otros, lograba extender su poder más allá de los tribunales.

Proceso contra el reo José Manuel Farfán de los Godos, por caer en varias herejías, abandonando la fe cristiana. Sacado del Archivo General de la Nacion

Cómo el poder puede controlar cuerpos y pensamientos

Condenado por la Inquisición de Eugenio Lucas Velázquez

Instituto Nacional de Antropología e Historia

La Inquisición española no solo se ocupaba de castigar delitos religiosos. Sino que era una institución que controlaba los pensamientos, comportamientos y creencias de los nuevos súbditos de la corona española. Usaba métodos como las denuncias anónimas, lo que creaba un ambiente de desconfianza entre las personas. Ya que cualquiera podía ser acusado en cualquier momento y por cualquier persona, ya sea un vecino, un amigo o incluso un familiar.

Esto hizo que muchas personas empezaran a vigilarse entre sí mismas y a tener miedo de solo por comentar lo que pensabas serías encarcelado y castigado. De esa manera, el poder de la Inquisición no solo estaba en el tribunal, sino también en la mente de la gente. Como dice Foucault, este tipo de poder no solo castiga, sino que también forma personas más obedientes a través del miedo.

En el siglo XVII de ser acusado de herejía o desafiar a la iglesia no era solamente un asunto religioso. Significaba ir en contra de las autoridades políticas y sociales. La Iglesia y la Corona española estaban unidas, así que desafiar la fe católica era desafiar a la autoridad misma.

Según historiadores como Henry Kamen y Solange Alberro, en la Nueva España la Inquisición no siempre castigaba estos crímenes con la muerte, también imponía castigos como penitencias públicas, humillaciones, encierro o destierros e incluso despajaban de sus propiedades. El caso de José Manuel es claro ejemplo esto, no lo ejecutaron pero si lo obligaron a humillarse al rendirse ante el poder de la iglesia.

El legado que aún sigue presente

Aunque la Inquisición desapareció oficialmente hace muchos siglos, algunas de sus costumbres aún se encuentran muy marcadas en nuestra cultura. Muchas de las ideas y formas de control que surgieron durante ese periodo de la historia se mantuvieron y modificaron a lo largo de este tiempo adaptándose a nuevas formas de control político, culturales y políticos. Aunque ya no existen los tribunales que juzguen oficialmente a los que piensen diferentes, las formas de presión y censura social no desaparecieron simplemente se hicieron más imperceptibles. Por ejemplo, aún hoy en día es común ver mal las ideas religiosas o culturales diferentes a la nuestra. Muchas personas siguen considerando que solo hay una forma “correcta” de creer, de hablar y de actuar lo cual refleja una herencia de aquellos tiempos en que la religión oficial determinaba lo permitido y lo prohibido. También existe el miedo a expresar opiniones que no encajan con lo que se considera “normal” o por lo menos aceptado por la mayoría de las personas. Este miedo, aunque no sea impuesto por un tribunal, sino que se encuentra en el interior de nuestra sociedad, lo que provoca cometer actos de autocensura como callar los comentarios que tenemos, evitar opinar o simplemente decidir no mostrarse como son para no ser juzgados.

Comprender casos como el de José Manuel nos ayuda a ver con claridad que el poder no siempre desaparece por completo cuando se disuelve una institución o incluso una forma de gobierno. Muchas veces, permanece escondido en costumbres, normas sociales y formas de pensar colectivas. Por eso es importante recordar que la libertad de expresión, pensamiento y de creencia no siempre ha sido un derecho garantizado, sino que ha sido un logro que se ha conseguido de poco a poco a lo largo de nuestra historia.

Documentos de archivo 

Repositorio Documental Digital. (s.f.). Repositorio Documental Digital. https://repositorio.agn.gob.mx/busqueda?idDesc=1d288657-bdf7-44dd-9458-7b36bb9a7060

Referencias bibliográficas

Adetunji, J. (2022, 16 de febrero). Los efectos de la Inquisición todavía se perciben hoy en día. The Conversation. https://theconversation.com/los-efectos-de-la-inquisicion-todavia-se-perciben-hoy-en-dia-177173

Alberro, S. (1988). Inquisición y sociedad en México, 1571-1700. Fondo de Cultura Económica

dir, E. B. B., & dir, P. V. J. (Eds.). (2000). Historia de la Inquisición en España y América. Biblioteca de Autores Cristianos, Centro de Estudios Inquisitoriales.

Kamen, H. (1973). La inquisición española. Alianza.

Moro Abadía, O. (2003). ¿Qué es un dispositivo?  Revista de metodología de ciencias sociales, (6), 29. https://doi.org/10.5944/empiria.6.2003.933